miércoles, 2 de noviembre de 2011

David Icke: lo que los activistas deben saber sobre el dinero

David Icke: De Donde Viene el Dinero y como se Produce la Deuda




La solución islandesa


En Islandia, el rescate se hace bajo control ciudadano; en Grecia, mediante arreglines entre gobiernos y bancos


En los albores del movimiento de indignados, se clamaba: "Islandia es la solución!". Ahora, cuando se agrava la crisis financiera y se extreman los recortes sociales en Europa, Islandia crece al 2,3%, ha estabilizado su sistema financiero tras su colapso total en 2008, reducido el paro y relegitimado su sistema político mediante la preparación de una nueva Constitución con amplia participación ciudadana. Todo ello a partir de un movimiento de indignación popular que inició el 11 de octubre de 2008 el cantante Hordur Torfason y fue luego amplificado mediante internet.

Y es que Islandia se había convertido en ejemplo paradigmático de crecimiento basado en la especulación financiera. En 2007 era el quinto país más rico del mundo en renta per cápita, una riqueza generada por la rápida expansión de un sector financiero dominado por tres grandes bancos que alimentaron con crédito fácil la expansión de la demanda interna e incrementaron su capital ficticiamente usando las acciones de cada banco para comprar acciones de los otros y así aumentar su valor. El patrimonio bancario equivalía al 800% del PIB en 2007. Para ocultar sus maniobras crearon empresas en paraísos fiscales, como Luxemburgo, la isla de Man, las islas Vírgenes e incluso Cuba, a través de las cuales usaban sus capitales inflados como colaterales para pedir más préstamos internacionales. No lograron pasar desapercibidos y en 2006 Fitch devaluó la solvencia de Islandia, suscitando una minicrisis. Como reacción el Banco Central dobló sus reservas con un préstamo. Y la Cámara de Comercio contrató académicos prestigiosos como Mishkin, de la Columbia Business School, y Portes, de la London Business School, que certificaron (a cambio de jugosos honorarios) la solidez de las finanzas islandesas. El Gobierno dependía de los bancos que financiaron la campaña electoral del partido en el poder. Y los bancos practicaron la fuga hacia adelante: crearon cuentas de ahorro por internet de alto rendimiento (Icesave) y las popularizaron en el Reino Unido y Holanda. Era un típico esquema piramidal: con lo que cobraban de unos pagaban a los otros mientras durara. Por otro lado, intercambiaron títulos de deuda entre ellos (una práctica conocida como "cartas de amor") y usaron dichos títulos como garantía para obtener préstamos del Banco Central y del Banco Central de Luxemburgo, entre otros. En abril 2008 el FMI advirtió al Gobierno que debía controlar a los bancos. La respuesta fue pedir más préstamos internacionales. En septiembre el Banco Central compró 75% de las acciones del Banco Glitnir. En Islandia la acción del Banco Central tuvo el efecto de destruir la confianza en el sistema financiero: en octubre de 2008 se hundió el valor de las acciones y de los precios inmobiliarios y mucha gente se quedó sin ahorros y sin empleo. Los bancos quebraron.
El pozo parecía sin fondo. Pero ahí intervinieron los ciudadanos. Miles se unieron a Torfason en su protesta ocupando la plaza Austurvollar en enero 2009 cuando el Parlamento volvía de vacaciones (que no interrumpió por la crisis). La cacerolada siguió durante días, pese a la represión policial, forzando la disolución del Parlamento y nuevas elecciones. El partido de gobierno se hundió y una alianza de socialistas y rojos-verdes liderada por Johanna Sigurdardottir llegó al poder. Los tres bancos fueron nacionalizados y reestructurados. Los ahorros de los ciudadanos fueron protegidos por el Gobierno. Pero la decisión sobre las deudas a extranjeros que habían invertido especulativamente fue sometida a referéndum. El 93% de los islandeses votaron no devolver los 5.900 millones de dólares que se debían a inversores ingleses y holandeses. Lo cual obviamente generó un litigio que está ahora en los tribunales. Pero, ¿quién tiene jurisdicción en Islandia sobre la voluntad casi unánime del pueblo islandés? Los economistas de siempre vaticinaron la catástrofe. Nada de eso. La devaluación de la corona islandesa en un 40% (algo que no puede hacer Grecia) espoleó sustancialmente las exportaciones de pesca y aluminio y abarató el turismo al tiempo que limitó las importaciones. El paro descendió al 6,7%. El Gobierno adoptó medidas de austeridad pero apenas disminuyó gastos sociales porque se ahorró el costo que hubiera representado recapitalizar a los bancos. El conjunto de la economía se redimensionó a sus condiciones reales y la gente tiene empleo y ahorros seguros, paga menos en vivienda y no se endeuda porque no le prestan. Los acreedores internacionales podrían recuperar su dinero en la medida en que los bancos vendan patrimonio, pero sin dinero público. Además se establecieron controles para evitar fuga de capitales. Se pidieron responsabilidades al Gobierno anterior y el primer ministro Haarde está siendo juzgado. Se decidió hacer una nueva Constitución abierta a la participación ciudadana. Para ello, en noviembre de 2010 se designó un comité de 25 ciudadanos que supervisara el proceso constitucional. Las reuniones del comité fueron transmitidas por streaming en Facebook. En 2011, usando las redes sociales, miles de personas hicieron propuestas. 950 ciudadanos fueron elegidos al azar para discutir los ejes de la Constitución y informar en tiempo real mediante Twitter. En julio se aprobó un borrador que será debatido en las redes sociales y propuesto a referéndum.
Muchos dudan de la aplicabilidad de la solución islandesa a otros contextos. Sobre todo se desdeña la posibilidad del impago de la deuda exterior por el castigo que infligirían los mercados financieros. Y, sin embargo, se sabe que la deuda griega es impagable. El rescate griego consiste en decidir cómo se reparte el enjuague de esa deuda entre ciudadanos griegos (perdiendo sueldos y pensiones), ciudadanos europeos (que financiamos al BCE y al fondo de estabilización de la UE) y los bancos acreedores. Se trata de impago en Grecia como en Islandia. En un caso bajo control ciudadano, en otro mediante chanchullos entre gobiernos y bancos para ver quién paga qué. El secreto mejor guardado es que la eventual solución griega es la solución islandesa sin transparencia

El supuesto complot de Irán contra Arabia Saudita

El supuesto complot de Irán contra Arabia Saudita parece una historia increíble y poco cierta


A finales de la semana pasada, la administración de EEUU intentó persuadir a todo el mundo de que tuvo argumentos de peso  para declarar que la Guardia Revolucionaria Islámica iraní planeó un atentado contra el embajador de Arabia Saudita en EEUU, Adel Al-Jubeir.
Además de las dudas que deja, la historia con el supuesto complot iraní contra el embajador de Arabia Saudita en Washington provocó reflexiones sobre nuevas guerras hipotéticas en el Oriente Próxmo.
Según el fiscal general de EEUU, Eric Holder, el Tribunal Federal de Nueva York presentó cargos contra dos iraníes por intento de asesinar al embajador saudí por orden de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán. Uno de ellos, ciudadano naturalizado estadounidense Manssor Arbasiar fue detenido y el otro logró escaparse.
Arbasiar supuestamente buscó el apoyo de miembros de un cartel narcotráfico mexicano para asesinar al embajador saudí y quiso comprar los explosivos en México. Una vez arrestado, Arbasiar se declaró culpable.

Trabajo burdo
El diario estadounidense, The Washington Post, evidentemente está del lado de la administración de Barack Obama. En el periódico apareció una noticia de que al inicio los propios jueces instructores de EEUU estuvieron seguros de que Teherán no pudo actuar tan burdamente. Pero al fin y al cabo resultó que se equivocaron.
El diario The New York Times simpatiza mucho menos con el gabinete de Obama y describe los intentos vanos de la admnistración estadounidense de obligar a todo el mundo a reconocer la veracidad de esta historia.
El periódico británico The Independent es aún más implacable. Según sus analistas, “el complot extraño no concide con la informacón disponible sobre los servicios secretos iraníes”, “parece más a un guión” para una película de acción de mala calidad. Tan sólo falta una mujer hermosa que acompañe al embajador saudí hacia la bomba.
En realdad, parece inverosímil que los organzadores del atentado hicieran una transferencia bancaria de 1,5 millones de dólares de una cuenta ligada con la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán, pagara este dinero a los miembros de un cartel narcotráfico mexicano que antes nunca cometieron crímenes en el territorio de EEUU, etc.

No hay retorno
Compararemos dos hechos.
Primero: se decidió sacar esta historia a la luz pública a nivel gubernamental. El vicepresidente de EEUU, Joe Biden, anunció en una entrevista con una cadena de televisión que Washington analiza cómo reaccionar frente al presunto complot iraní y aseguró que “todo está sobre la mesa” (con respecto a su posible reacción).
Es decir, la primera potencia mundial acusa a los dirigentes de Irán de la organización del atentado. Sería imposible renunciar de tales palabras.
Segundo: los expertos y medios noticiosos tanto del Oriente Próximo, como de EEUU y Europa no tienen confianza en la versión en la que insiste la administración estadounidense.
Parece que los gobiernos de muchos países también desconfían de estas declaraciones. Una de las casusas de estas dudas consiste en la postura irracional de EEUU respecto a Irán.
Washington regularmente acusaba a Teherán de un amplia gama de pecados y todos se han acostumbrado a esto.
Según la información disponible, los funcionarios de EEUU se ponen en contacto con los diplomáticos en la ONU, sostienen conversaciones telefónicas con altos cargos del Gobierno de varios países e invitan al Departamento de Estado a los embajadores explicándoles que tuvo lugar el complot.
Las autoridades estadounidenses no echan la culpa al presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, sino al máximo líder espiritual de Irán, ayatolá Ali Jamenei.
La secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, insiste en que son insuficientes las sanciones unilaterales impuestas por EEUU el pasado 11 de octubre. Es necesario ampliarlas, lo que requiere el apoyo internacional.
Lo único que pudo emprender Teherán en esta situación fue dirigir una carta al secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, con la solicitud de defender los intereses de la República Islámica.
Pero si los argumentos y pruebas en el “caso de complot” pueden suscitar serias dudas, la indignación de Arabia Saudita es evidente. Las relaciones entre Irán y Arabia Saudita son tensas.
Mientras que continúe la guerra en Libia, un nuevo conflicto bélico a gran escala puede librarse en otra parte del Oriente Próximo.
Recordemos que en las películas de acción, incluidas las de agente supersecreto James Bond, todos los complots deben guardarse en secreto. Por eso los agentes valientes arriesgaron la vida para impedir que la respectiva información saliera a la luz pública.
Y ¿por qué es prohibido? Porque en caso contrario puede estallar una guerra.

Método de provocación
Las maniobras militares y diplomáticas en torno al nuevo conflicto entre Irán y EEUU se iniciarán en un futuro. Entretanto, es evidente que las acusaciones de las autoridades de Estados Unidos contra Irán suscitan dudas aún en el territorio de EEUU.
Es un serio fracaso de la administración de Barack Obama aunque no merece la pena acusar sólo a esta administración. Sus predecesores también desempeñaron un papel imporante.
Hoy en día o en un futuro, una parte de los hechos puede confirmarse. Pero muchos seguirán sin creerlos.
Existen muchas causas para manifestar desconfianza, incluidos los métodos. Por ejemplo, el pasado 11 de octubre, empezó el juicio contra el empresario ruso Víctor Bout, en el Tribunal Federal de Nueva York.
EEUU cree que Bout es el mayor vendedor de armas en todo el mundo así que Irán, según los estadounidenses, es el mayor mal mundial.
Bout fue arrestado en Tailandia en marzo de 2008 por una orden emitida por la justicia estadounidense, que lo acusa de tráfico ilegal de armas, cuando supuestamente intentó vender una partida de armamento a presuntos miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), principal organización guerrillera en ese país latinoamericano, y que, en realidad, eran agentes de la Administración de Control de Drogas (DEA) de EEUU.
Hoy en día, los presuntos agentes iraníes también fueron provocados por los agentes de la DEA.
El propio método de provocación suscita polémica. Además, la justicia internacional carecerá de confianza durante mucho tiempo. Se cree que esta justicia tan sólo defiende los intereses políticos de varios Estados. Y el presunto complot contra embajador saudí es un buen ejemplo de esto.