jueves, 20 de diciembre de 2012

El tratamiento médico es la tercera causa de muerte en Estados Unidos


Ir al médico y consumir sin cuestionar los fármacos que recetan puede constituir un enorme peligro para la salud, según revelan las estadísticas en Estados Unidos

Generalmente consideramos que ir al doctor o recibir algún tipo de tratamiento médico son un bien universal y poco nos preocupamos de las consecuencias o efectos secundarios que estos tratamientos pueden tener. Pero según cifras publicadas en The Journal of American Medicine, el tratamiento constituye la tercerca causa más frecuente de muerte en Estados Unidos. Asimismo, según revela un reciente artículo publicado en el LA Times, las drogas preescritas por doctores cuasan más muertes por sobredosis que drogas ilegales como la heroína y la cocaína. Este envenenamiento de la industria médica ha sido denunciado por prestigiosos médicos, como el premio Nobel Thomas Steitz quien acusó a las farmaceúticas de retirar medicamentos que curan o el  también Premio Nobel Richard J. Roberts quien denunció que las farmacéuticas no desarrollan medicamentos que curan porque no son rentables y buscan, en cambio, la cronicidad de las enfermedades.
La investigación de Peter Glidden, médico y autor del libro The MD Emperor Has No Clothes,  ahonda en esta industria de la muerte en la que, en su reverso, se ha convertido la farmacéutica moderna –que innegablemente cura nuemrosas enfermedades pero al tiempo que genera otras tantas.
“La tercera causa de muerte en los Estados Unidos, según una publicación del Jornal de la Asociación Americana de Medicina, es causada por tratamientos médicos. Esto significa que usted visita a un doctor, él le provee un tratamiento y usted fallece a causa de ese tratamiento. De acuerdo con datos del Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos, 15,000 pacientes de Medicare mueren mensualmente por estos tratamientos médicos y nadie va a la cárcel. Un puñado de terroristas estrellan 2 aviones en las torres gemelas, mueren 3,500 personas y el país va a la guerra, pero 15,000 personas están muriendo por mes en estos momentos a causa de tratamientos médicos, y ni siquiera pestañeamos”, declaró Glidden en una entrevista.
Glidden añadió sobre el lobby de las farmacéuticas: “Los doctores están a la delantera por las coaliciones políticas y económicas que se hicieron a principio de siglo, algo que la población no sabe o reconoce. Y esto es un problema gigante”.
En esta entrevista en video Glidden traza la evolución del prestigio de los médicos alópatas, erigiéndose como una figura supuestamente omnisapiente a la que podemos entregar nuestra salud. Así como la industria de los seguros médicos: “una apuesta a que te enferemarás tanto que podrás pagar tu tratamiento médico”.

LA CONSPIRACIÓN DEL FLUORURO


FUE EL Dr. DEAN BURK quien primero dio a conocer los efectos negativos en 1977, indicando que unos 10.000 habían muerto por la exposición al fluoruro. Y está, otra vez, hablando de muy “bajos niveles”, de un 1 ppm aprox..
Dr Burk presentó sus hallazgos al Instituto Nacional del cáncer, EE.UU., que decidieron retenerlos hasta 1989, cuando finalmente los liberaron sin ningún comunicado de prensa formal o anuncio.

Los hallazgos mostraron que los animales que consumieron el agua fluorada desarrollaron:
- Un aumento de tumores
- Desarrollado de cáncer de huesos
- Mostraron un aumento en los tumores de células de la tiroides
- Desarrollado una forma rara de cáncer de hígado
El Dr. Burk también más tarde declaró en una entrevista que el número muerte por fluoruro es más probable que sea alrededor de 70.000 y que el introducirlo en el suministro de agua es un crimen asesino.


“La fluoración es el mayor caso de fraude científico de este siglo”. – Robert Carlton, Ph.D, ex científico de la EPA, 1992

La historia de forzar el fluoruro en los seres humanos a través de la fluoración del agua potable está forjada con mentiras, codicia y engaño. Los gobiernos que añaden fluoruro al suministro de agua potable insisten en que es seguro, beneficioso y necesario, sin embargo, la evidencia científica muestra que el flúor no es seguro para la ingesta y las áreas en que han fluorado su suministro de agua potable tienen índices más altos de caries,cáncer,fluorosis dental, osteoporosis y otros problemas de salud.Debido a la presión de la industria del aluminio y la minería del fosfato, las compañías farmacéuticas y fabricantes de armas, el flúor sigue siendo añadido a los suministros de agua en toda América del Norte (y diversos países, como Chile) y debido a las recientes acciones legales contra las compañías de agua que agregan flúor al agua potable, se ha establecido un precedente que hará imposible presentar demandas contra los proveedores del agua que fluoran.

Hay una creciente resistencia contra la adición del tóxico flúor a nuestro suministro de agua, pero, lamentablemente, debido a que el fluoruro se ha convertido en “el elemento vital de la economía industrial moderna” (Bryson, 2004), existe demasiado dinero en juego para los que apoyan la fluoración del agua. Las mentiras de los beneficios de la fluoración del agua continuarán alimentando al público, no para fomentar los beneficios de salud a un gran número de personas, sino que para beneficio del complejo militar-industrial.

La historia comienza en 1924, cuando “Interessen Gemeinschaft Farben (IG Farben)“, una compañía alemana de fabricación de productos químicos, comenzó a recibir préstamos de los banqueros estadounidenses, llevando gradualmente a la creación del enorme Cartel de la IG Farben.


En 1928, Henry Ford y “American Standard Oil Company” (de los Rockefeller) fusionaron sus activos con IG Farben, y por los años treinta, hubo más de un centenar de empresas estadounidenses que tenían filiales y acuerdos cooperativos en Alemania. Los activos de I.G. Farben en los Estados Unidos estaban controlados por un holding empresarial, American IG Farben, y quienes figuran en la junta directiva, son:

Edsel Ford, presidente de la Ford Motor Company
Charles E. Mitchell, Presidente de Rockerfeller Nacional City Bank de Nueva York
Walter Teagle, presidente de la Standard Oil de Nueva York

Paul Warburg, presidente de la Reserva Federal y el hermano de Max Warburg, financista de los esfuerzos de la Guerra de Alemania

Herman Metz, director de el Banco de Manhattan, controlado por los Warburg
y un número de otros miembros, tres de los cuales fueron juzgados y condenados como criminales de guerra alemanes por sus crímenes contra la humanidad.

En 1939, en virtud de un acuerdo, la Compañía de Aluminio de América (ALCOA), entonces el mayor productor mundial de fluoruro de sodio, y la Dow Chemical Company transfirieron su tecnología a Alemania. Colgate, Kellog, DuPont y muchas otras empresas finalmente firmaron acuerdos de cártel con IG Farben, creando un poderoso grupo de presión (lobby) muy bien apodado “la mafia del flúor” (Stephen 1995).
Al final de la Segunda Guerra Mundial, el gobierno de EE.UU. envió a Charles Eliot Perkins, un investigador en química, bioquímica, fisiología y patología, para hacerse cargo de las enormes plantas químicas Farben en Alemania. Los químicos de Alemania contaron a Perkins de un régimen que se había elaborado durante la guerra y había sido adaptado por el Estado Mayor alemán. Los químicos alemanes explicaron su intento de controlar a la población en una zona determinada a través de la medicación masiva de agua potable con fluoruro de sodio, una táctica usada en los campamentos de prisioneros de guerra alemanes y en rusos para hacer a los prisioneros “estúpidos y dóciles” (Stephen 1995).

Farben había desarrollado planes durante la guerra para fluorar los países ocupados, ya que se comprobó que la fluoración causó ligeros daños a una parte específica del cerebro, haciendo más difícil para la persona afectada defendiera su libertad y causando que la persona llegue a ser más dócil a la autoridad. El flúor sigue siendo una de las más fuertes substancias anti-psicóticas conocidas, y está contenida en un 25% de los mayores tranquilizantes.

Podría no sorprender que el régimen de Hitler practicara el concepto de control mental a través de medios químicos, pero los militares estadounidenses continuaron la investigación nazi, explorando técnicas para incapacitar a un enemigo o medicar a toda una nación. Como se indica en el informe Rockefeller, un informe de la Presidencia sobre las actividades de la CIA: “el programa de drogas era parte de un programa más grande de la CIA para estudiar posibles formas de controlar el comportamiento humano” (Stephen 1995).


El “mito de la prevención de la caries dental” asociado con fluoruro, se originó en los Estados Unidos en 1939, cuando un científico llamado Gerald J. Cox, empleado por ALCOA, el mayor productor de residuos tóxicos de flúor, y en ese tiempo siendo amenazados por las reclamaciones por daños de fluoruro, fluoraron algunas ratas de laboratorio, llegando a la conclusión de que el fluoruro reduce las caries y afirmaron que debería añadirse a los suministros de agua de la nación.
En 1947, Oscar R. Ewing, un abogado de ALCOA por largo tiempo, fue nombrado director de la Agencia Federal de Seguridad, una posición que lo puso a cargo del Servicio de Salud Pública (PHS). Durante los próximos tres años, 87 nuevas ciudades estadounidenses comenzaron su fluoración del agua, incluyendo el control de la ciudad en un estudio de la fluoración del agua en Michigan, eliminando así la prueba más científicamente objetiva de la seguridad y el beneficio antes de que fuera completada.

“Educación e investigación” norteamericana fue financiada por la industria de fabricación de aluminio, fertilizantes y de armas, en busca de una salida para los residuos de fluoruro que cada vez se incrementaban más, mientras conseguían aumentar las ganancias.

El “descubrimiento” de que el fluoruro beneficiaba a los dientes, fue pagado por la industria que necesitaba ser capaz de defender las “demandas de los trabajadores y las comunidades, envenenados por las emisiones de fluoruros industriales” (Bryson, 1995) y convertir un lastre en un activo.

El Fluoruro, un componente de los residuos en los procesos de fabricación de explosivos, fertilizantes y otras «necesidades», era caro para desechar de manera adecuada y hasta que se encontró un «uso» en el suministro de agua de Estados Unidos, la sustancia sólo fue considerada un residuo peligroso tóxico.
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A través de una maliciosa re-educación publica, el fluoruro, una vez un producto de desecho, se convirtió en el ingrediente activo de plaguicidas fluorados, fungicidas, raticidas, anestésicos, tranquilizantes, medicamentos fluorados, y un número de productos industriales y domésticos, geles fluorados dentales, enjuagues y pastas dentales.

El fluoruro forma una gran parte de un ingreso multimillonario industrial y farmacéutico, que cualquier retirada de apoyo de pro-fluoridacionistas es financieramente imposible, jurídicamente impensable y potencialmente devastador para su carrera y reputación.
Financiado por industriales de los EE.UU., en un intento de fomentar la aceptación pública del fluoruro, Edward Bernays, también conocido como el padre de las Relaciones Públicas, o el original “médico que baila”, inició una campaña de engaño para convencer a la opinión pública.

Barnays explicó:

“usted puede conseguir prácticamente que cualquier idea aceptada si los médicos están a favor. El público está dispuesto a aceptar, porque un médico es una autoridad para la mayoría de las personas, independientemente de lo mucho que sepa o no sepa” (Bryson, 2004)
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Los médicos que apoyaron la fluoración no sabían que la investigación desacreditó la seguridad del fluoruro, fue suprimida o no llevada a cabo en primer lugar. El fluoruro se convirtió en sinónimo de progreso científico y desde que fue presentado al público como una sustancia que mejora la salud, agregada al medio ambiente por el bien de los niños, quienes se oponían al fluoruro fueron desechados como excéntricos, charlatanes y lunáticos. El fluoruro se convirtió en impermeable a la crítica debido a la implacable ofensiva de las relaciones públicas, y también debido a su toxicidad general. A diferencia de los productos químicos que tienen un efecto de firma, el flúor, un veneno sistémico, produce una gama de problemas de salud, por lo que sus efectos son más difíciles de diagnosticar.
Esto es lo que causa el agua fluorada y la pasta de dientes con fluor: Fluorosis…¿Usted también CREYÓ que era beneficoso para su salud?

Los recientemente desclasificados documentos militares de EEUU, como los del Proyecto Manhattan, muestran cómo El fluoruro es la sustancia química clave en la producción de la bomba atómica y millones de toneladas de él fueron requeridos para la fabricación de uranio enriquecido y plutonio. Intoxicación por fluoruro, envenenamiento no con radiación, emergió como el principal riesgo químico para la salud de los trabajadores y las comunidades cercanas. Científicos de la bomba-A recibieron la orden de proporcionar pruebas útiles para la defensa en litigios, de manera que comenzaron en secreto pruebas de fluoruro en pacientes de hospitales desprevenidos y en niños con retraso mental … “La Revista de la Asociación Dental Americana de agosto de 1948, muestra que la evidencia de los efectos adversos del fluoruro fue censurada por la Comisión de Energía Atómica EEUU, por razones de “seguridad nacional” (Griffiths, 1998). El único informe liberado declaraba que el flúor era seguro para los seres humanos en pequeñas dosis.
Durante la Guerra Fría, el Dr. Harold C. Hodge, que había sido el toxicólogo del Proyecto Manhattan del Ejército de los EEUU, fue el líder científico promotor de la fluoración del agua. Mientras el Dr. Hodge estaba re-asegurando al Congreso acerca de la seguridad de la fluoración del agua, él estaba secretamente conduciendo uno de los primeros experimentos de fluoración del agua pública de la nación en Newburgh, Nueva York, estudiando secretamente muestras biológicas de los ciudadanos de Newburgh, en su laboratorio en la Universidad de Rochester, EEUU.

Dado que no existen restricciones legales en contra de la supresión de datos científicos, la única conclusión publicada resultante de estos experimentos fue que el flúor era seguro en dosis bajas, un veredicto profundamente útil para el Ejército de los EEUU que temían demandas por lesiones por fluoruro de parte de los trabajadores en las plantas de energía nuclear y fábricas de municiones.

La contaminación de fluoruro fue una de las mayores preocupaciones legales que enfrentaron los principales sectores industriales de EEUU durante la guerra fría. Un grupo secreto de abogados corporativos, conocido como el Comité de Abogados del flúor, cuyos miembros incluyen a Aceros de EEUU, ALCOA, Aluminio Kaiser, y Metales Reynolds, encargargó una investigación al Laboratorio de Kettering en la Universidad de Cincinnati para “proporcionar municiones” (Bryson, 2004) para aquellas empresas que estaban luchando contra una ola de reclamos ciudadanos por lesiones por fluoruro.

El Comité de Abogados del Flúor y sus embajadores médicos estaban en contacto frecuente y personal con los altos funcionarios del Instituto Federal Nacional de Investigación Dental, y han sido implicados en el estudio de “enterramiento” del estudio de 40 años de Kettering, el que demostró que el fluoruro envenenó los pulmones y ganglios linfáticos en animales de laboratorio.

Los intereses privados, trataron de destruir carreras y censurar la información, garantizando que los estudios científicos que generaban dudas sobre la seguridad de fluoruro no tenían fondos, y si lo hacían, nunca se publicaban.
Durante la década de los años ´90, la investigación realizada por la toxicóloga Dra. Phillis Mullenix de Harvard demostró que el flúor en el agua puede llevar a un menor coeficiente intelectual, y los síntomas producidos en ratas se parecían fuertemente al déficit de atención e hiperactividad (SDAH). Sólo días antes que su investigación fuera aceptada para publicación, Mullenix fue despedida como Jefa de Toxicología del Centro Dental Forsyth de Boston. Luego, su solicitud de una beca para continuar su investigación del sistema nervioso central y flúor fue rechazada por el Instituto Nacional de Salud de EEUU (NIH), cuando un panel de NIH le dijo que “el flúor no tiene efectos sobre el sistema nervioso central” (Griffiths, 1998).

A pesar de la creciente evidencia de que es perjudicial para la salud pública, las agencias estatales de salud púbica y federal de los EEUU y grandes organizaciones médicas y dentales, tales como la Asociación Dental Americana (ADA), continúan promoviendo el fluoruro. La fluoración del agua continúa, a pesar de los propios científicos de la Agencia de Protección Ambiental (EPA), cuya unión, Capítulo 280 de la Unión Nacional de Empleados del Tesoro, ha adoptado una posición firme en contra de ella.


El Dr. William Hirzy, vicepresidente del capítulo 280, declaró que “el fluoruro (que se añade al agua municipal) es un producto de desechos peligrosos para los que existen pruebas sustanciales de sus efectos adversos para la salud y, contrariamente a la percepción del público, prácticamente no hay pruebas de significativos beneficios” (Mullenix 1998).

Aunque el fluoruro es hasta 50 veces más tóxico que el dióxido de azufre, aún no está regulado como un contaminante del aire por la Ley Norteamericana del Aire Limpio. Desde que miles de toneladas de residuos industriales de fluoruro se vierte en suministros de agua potable en toda América del Norte, supuestamente para fomentar la brillante sonrisa de nuestros niños, la gran industria en los EEUU tiene la ventaja de emitir tantos residuos de fluoruro en el medio ambiente como quieran, con absolutamente ningún requerimiento de medir las emisiones y sin manera de hacerlos responsables por la intoxicación de personas, animales y vegetación.

En agosto de 2003, la EPA solicitó que el Consejo de Investigación Nacional, el brazo de investigación de la Academia Nacional de Ciencias (NAS), volviera a evaluar las normas de seguridad en el agua fluorada mediante la revisión de la literatura científica reciente, debido a que en la última revisión en 1993 había grandes lagunas en la investigación. “Ni la FDA (Agencia de Alimentos y Medicamentos) de EEUU, ni el Instituto Nacional de Investigación Dental (NIDR), ni la Academia Americana de Odontología Pediátrica, tienen ninguna prueba sobre la seguridad o la eficacia del flúor” (Sterling, 1993). La Academia Internacional de Medicina Oral y Toxicología, ha clasificado el fluoruro como un medicamento dental no autorizado debido a su alta toxicidad, y el programa toxicológico deñ Instituto Nacional del Cáncer de EEUU ha encontrado ser al flúor un “carcinógeno equívoco” (Maurer, 1990).

Actualmente, el gobierno de los EEUU continúa introduciendo más programas de fluoración en todo el país, incluida la Ley de Aguas aprobada en noviembre de 2003, que ha hecho imposible que las compañías de agua ser sometidas a audiencias civiles o penales, como resultado de la adición de fluoruro a los suministros públicos de agua.

En una sociedad donde los productos conteniendo asbesto, plomo, berilio y muchos otros carcinógenos han sido retirados del mercado, es sorprendente que el fluoruro sea aceptado tan a fondo y ciegamente. Parece absurdo que estemos dispuestos a pagar a la industria química para que desechen sus residuos tóxicos y que los agreguen a nuestro suministro de agua.

El ocultamiento de los peligros de la contaminación por flúor al público es un trabajo de estafa estilo capitalista de proporciones épicas, que se ha producido debido a que un poderoso grupo de presión (lobby) desea manipular a la opinión pública con el fin de proteger sus propios intereses financieros. “Aquellos que manipulan este mecanismo oculto de la sociedad constituyen un gobierno invisible que es el verdadero poder gobernante de nuestro país … nuestras mentes son moldeadas, nuestros gustos formados, nuestras ideas sugeridas, en gran medida por hombres de los que nunca hemos oído hablar” (Bernays, 1991 ).