Este 12 de Octubre diversos reportes de prensa dieron cuenta que la Unión Europea (UE) fue distinguida con el Premio Nobel de la Paz, y la comisión noruega del premio alegó que ella recibió el galardón por las seis décadas de contribuciones “al avance de la paz y la reconciliación, la democracia y los derechos humanos en Europa”.
Entre otros elogios, se alude al papel estabilizador que ha desempeñado la UE y a su contribución para transformar a la Europa otrora destruida, de un continente de guerra a un continente de paz; al tiempo que se acredita:
“Hoy día es impensable una guerra entre Alemania y Francia. Queda mostrado que, mediante esfuerzos bien encaminados y mediante la construcción de la confianza mutua, los enemigos históricos pueden convertirse en socios cercanos”.
Sin embargo, inmediatamente aparecieron los recelos, y no precisamente desde quienes sufren los desmanes de la Política de Bruselas.
“No podemos vivir en una unión en la que, en un país, la gente es muy rica, y en otros, la gente, se ven obligadas a hurgar en la basura para encontrar algo que comer” —lamentó el presidente del parlamento europeo, el alemán Martin Schulz.
Asimismo, el parlamentario consideró que la situación en aquellos predios “no es digna de una Unión que ganó el Premio Nobel de la Paz”; además de concebir que tenía que progresar, “y dar a Europa la fuerza necesaria para obtener un poco más de justicia, necesaria en estos momentos”.
Por mi parte, recordé una información de la prensa española fechada en mayo último que revelaba que más del 17 por ciento de los infantes en España viven por debajo del umbral de la pobreza; una tasa que sitúa al país como el cuarto Estado de la UE con la proporción más alta de niñas y niños pobres, por detrás de Rumanía, Letonia y Bulgaria —ojo: ex socialistas.
Así, carece de casualidad que esté convencido de un secreto a voces: las múltiples y crecientes manifestaciones contestatarias que protagonizan un sinnúmero de personas en naciones tan ¿cultas? como las de Europa son el resultado de que, tras el proceso de derrumbe del socialismo en la ex Unión Soviética y sus aliados europeos, Occidente incrementó el proceso de desmontaje del “estado de bienestar social” cuya consecuencia es el Neoliberalismo.
Recuérdese bien cómo se introdujo el culto desmedido a la propiedad privada, la no intervención del Estado en el desenvolvimiento de la sociedad —salvo si se trata de reprimir al pueblo— y la supresión de preferencias para los pobres a partir de una supuesta libertad e igualdad competitivas. He aquí el porqué los males para la ciudadanía de a pie comenzaron a multiplicarse por el infinito.
¿Quién se atreve a liberar a la mismísima UE de esa galopante tragedia?
Mientras tanto, a mi mente vino un importante rótulo divulgado por diferentes medios el pasado Junio: “Iraq, Libia, Siria: no tenemos derecho a creernos Dios/ El mal de las guerras humanitarias”, firmado por Jonathan Cook —escritor y periodista residente en Nazaret, Israel, y Premio Especial de Periodismo Martha Gellhorn.
Este laureado redactor significa que desde el 11-S, Estados Unidos y sus aliados de Europa nos han persuadido de que libran una serie de guerras “de sombrero blanco” contra regímenes de “sombrero negro” en Medio Oriente; que cada una nos ha sido presentada engañosamente como una “intervención humanitaria”; y que el ciclo de ese tipo de guerras todavía está lejos de llegar a su fin.
También, cómo en Libia —luego de las escenas de terror de Afganistán, Irak…— la Administración Norteamericana y sus aliados de la OTAN se sacaron el sombrero blanco y se lo entregaron a los denominados rebeldes, incluyendo sobre todo a tribus caídas en desgracia con Gadafi; y que la limitada información que se ha filtrado desde entonces sugiere que ese país está sumido en la ilegalidad, con cientos de milicias regionales dominando, extorsionando, torturando y asesinando a los que se les oponen.
No obstante, tras asegurar que pocos pueden dudar que la próxima víctima en la lista de Occidente sea Siria y asumir que en la mirilla está Irán, Jonathan Cook hace un planteo definitorio al considerar que casi todos los Estados de Medio Oriente tienen espantosos antecedentes de derechos humanos, algunos de ellos con características aún menos compensatorias que la Libia de Gadafi o la Siria de Asad; pero que se trata de Estados, como Arabia Saudí, cercanos aliados de Occidente.
Entonces, el asunto esencialmente queda traducido del modo que sigue: las naciones martirizadas más bien han sido elegidas porque son vistas por Washington y Bruselas como implacablemente opuestas a los intereses estadounidenses e israelíes en la región, sin descartar el incondicional acompañamiento de Europa a tal martirio.
¿Harán falta más datos para ver cómo el Premio Nobel de la Paz recién otorgado a la Unión Europea resulta descalificado por hechos muy tangibles?
Como apoyo :
El inversor Jim Rogers ha calificado como una "broma de mal gusto" que el Premio Nobel de la Paz haya ido a parar a manos de la Unión Europea. "Es vergonzoso", afirmó durante una entrevista con Rusia Today mientras aseguraba que en un momento en que no es seguro que el euro sobreviva, este galardón no tiene sentido.
"La UE ha bombardeado Siria, ha bombardeado Libia, ha estado en Afganistán e Irak y también bombardeó Yugoslavia", dijo el co-fundador del Quantum Fund junto a George Soros. "Simplemente se ha entregado este premio para intentar aumentar la confianza", aseguró.
Aún así determinó que "en unos días cuando la gente se manifieste en las calles debido a las medidas de austeridad nadie se acordará de este premio". De hecho, el inversor ha asegurado que dadas las circunstancias actuales cada vez veremos "más revueltas sociales en Europa", donde "países y gobiernos acabarán cayendo y podrían provocar la ruptura del euro".
En el caso de que eso suceda, algo que podría ocurrir en los próximos años, "tenemos que tener seguro que esta situación podría llevar a Europa de nuevo a la guerra", reiteró Rogers.
"La UE ha bombardeado Siria, ha bombardeado Libia, ha estado en Afganistán e Irak y también bombardeó Yugoslavia", dijo el co-fundador del Quantum Fund junto a George Soros. "Simplemente se ha entregado este premio para intentar aumentar la confianza", aseguró.
Aún así determinó que "en unos días cuando la gente se manifieste en las calles debido a las medidas de austeridad nadie se acordará de este premio". De hecho, el inversor ha asegurado que dadas las circunstancias actuales cada vez veremos "más revueltas sociales en Europa", donde "países y gobiernos acabarán cayendo y podrían provocar la ruptura del euro".
En el caso de que eso suceda, algo que podría ocurrir en los próximos años, "tenemos que tener seguro que esta situación podría llevar a Europa de nuevo a la guerra", reiteró Rogers.
No hay comentarios:
Publicar un comentario